Sunday, August 28, 2005

Segundo

"Buen viaje, doctor", me decía mientras nos despedíamos. "Que te pasa Segundo?, a estas alturas me sigues llamando doctor?" le recriminé. "Llamame hermano, eso es lo que soy para tí". Mientras bajaba las escaleras, empezaba a preocuparme por el viaje que horas después me devolvería a mi Trujillo natal. Cuatro años y medio y gran parte de mi vida dejaba atras, y entre los amigos que no olvidaría nunca estaba Segundo, el barman del "Bananas".

Conocí a Segundo a los pocos dias de estar en Tarapoto. Kjarkas me llevó al karaoke del cual era asiduo concurrente y el local me gustó. Uno de los muchachos que atendia era Segundo. Como no conocía a nadie en Tarapoto, mi refugio nocturno fue dicho karaoke, el cual empecé a frecuentarlo los dias de semana, y alli empecé a tratar con él. Durante el primer año nos hicimos conocidos y posteriormente, amigos.

Los amigos son aquellos, que ante su presencia, sientes que es posible transmitir tus deseos, sueños y frustraciones, no necesariamente son aquellos que pueden prestarte ayuda, son solo aquellos que logran en ti ganar esa confianza que te inducen a volcar tus sentimientos en aquellos momentos que intentas desahogarte. El fue un amigo para mí, y yo fui un amigo para él.

Segundo era dos años menor que yo. Nació en Piura pero, por buscar nuevos horizontes, llegó a la selva y se instaló en Tarapoto. Ingresó a trabajar en el karaoke Bananas como mozo, y despues llegó a hacerse cargo del control de musica del karaoke. Era un tipo moreno que no sobrepasaba el metro sesenta, de facciones simpáticas, muy esforzado y responsable en el trabajo, y lo que me llamaba la atención era su comportamiento de un caballero de mediados del siglo pasado. Era de esos tipos carismáticos, nunca caía mal a nadie y era conocido por todo el mundo.

Un día, cuando regresaba del supermercado, pase por el local y lo ví sentado a las afueras del local. Estaba con los ojos llorosos. Me acerqué, le pregunté que pasaba. "Doctor, mi madre me ha llamado, y me ha dicho que tengo un hijo". El viajó a confirmar eso. Era verdad, un año antes de viajar a la selva, el sostenía una relación sentimental con una chica de su pueblo. La familia de ella no estaba de acuerdo con la relación y se llevó a la chica lejos del pueblo. Ya en Tarapoto, el se enteró que ella se había casado y que tenía un niño. No sabía que ese niño era suyo. Al regresar de viaje, me dijo: "es igualito a mi". Llegó a hablar con ella, me dijo que sentía que ella aun lo amaba y el matrimonio fue porque deseaba tener un padre para su hijo. Su tristeza iba por ambas vertientes: ella y su hijo, ambos no estaban a su lado.

Hacial el ultimo año de mi estancia en Tarapoto, él conoció a una chica que empezó a trabajar donde él trabajaba. Se enamoraron y empezaron a convivir. Ella tuvo una relación antes, e inicialmente hubo problemas con la anterior pareja, hasta que él conversó con el tipo y arregló todo. Al dejar la ciudad el se hallaba tranquilo y feliz con ella, pero no olvidaba su amor de juventud y el hijo que tenía en Piura.

Aquella noche fue la tercera gran borrachera que me dí en Tarapoto, la razón: era mi última noche en esa ciudad. Rumbo a casa, me senté en la vereda y contemplé el bello cielo turqueza que solo la selva puede crear, me despedí del cielo, los amigos, la ciudad, y cerré un capítulo de mi vida. Por la mañana y aun con los estragos del alcohol, tomé el bus, y fue el viaje mas tranquilo que tuve, claro el exceso de alcohol me hizo dormir todo el viaje. En Trujillo, me esperaban mis padres y hermanos, habian pasado cuatro años y medio.

Ayer, por la noche, mientras conversaba con el chino Habias, barman de Los Balcones, me hizo recordar a Segundo. No sé que será de su vida. Pero lo que estoy seguro es que siempre sera el mismo tipo carismatico de gran corazón que compartió conmigo momentos de alegrías y tristezas en aquella aventura por la selva. Gracias hermano.

Ayacucho, 28 de Agosto de 2005.

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